Memorias de montaña por Pablo Barba

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Hasta hace unos años solía ir a escalar con mi padre. Sin embargo, varias lesiones (tanto suyas como mías) nos obligaron a alejarnos de las paredes verticales, pero cuando la roca te llama… es inevitable seguir su canto. Esto nos llevó a descubrir las vías ferratas, una especie de hermano pequeño de la escalada.

Las vías ferratas surgieron de forma independiente, como una ayuda para sortear los pasos más difíciles en el alpinismo. Una serie de «grapas», clavos, presas, ganchos, pasamanos, tirolinas y puentes nos ayudaban a seguir con más seguridad. Y lo que en un principio era sólo un auxilio, acabó siendo una disciplina en sí misma. Pasaron de ser tramos concretos que facilitaban el acceso a la cima, a ser recorridos enteros que se hacían por estos medios, ya no para llegar a la cima, sino por ocio.


Izquierda, grapas de una vía ferrata. Derecha: presas en una vía ferrata. En ambas aparece la sirga a la que estaremos enganchados.

¿Qué equipamiento necesitamos?

Las paredes están equipadas con una sirga, a la que iremos enganchados de forma permanente, y de otros elementos que nos ayudan a seguir por las paredes más verticales con seguridad.

Un clavo que nos ayuda a superar un paso difícil, y la sirga a la que iremos enganchados.

¿Y nosotros? Nosotros iremos equipados con un arnés, un disipador de energía, unos guantes, un casco y calzado cómodo. En algunas vías más complicadas, también deberíamos llevar una línea de vida o una baga, y material para rapelar (cuerda o un ocho).

El arnés nos ayudará a atar todo el material a nuestro cuerpo con seguridad. El disipador de energía mantiene unidos el arnés que llevamos nosotros a las sirgas de la pared, y además en caso de caida se encarga de absorber la energía y frenarnos poco a poco, para que no nos pase nada. Los guantes son para evitar rasparnos con el material y la roca. El casco siempre es por seguridad, para evitar heridas en caso de caída o si un compañero que vaya más arriba desprende alguna roca de la pared. La función del calzado cómodo es más que evidente cuando vamos a la montaña, ¿verdad? 😜.

Si además elegimos una vía ferrata especialmente complicada, llevaremos una baga que nos permita engancharnos cómodamente a la pared y descansar, y también una cuerda de escalada y ochos para hacer algún rápel.


Jorge en primer plano, nos enseña cómo va equipado con casco, el disipador de energía que le sujeta a la pared y una baga colgando de la cintura. En la pared, la sirga y varias grapas.

¿Qué tipos de vías ferratas existen?

Se suelen clasificar según la dificultad que tenga la vía. Si está muy expuesta y puede dar vértigo, su exigencia física, duración, si hay tramos desplomados… todo esto son factores que determinan su nivel, que puede ir desde un K1 (iniciación), hasta un K6 (extremadamente difícil).

Un puente en una vía ferrata nos ayuda a pasar algunos puntos difíciles.

¿A quiénes van dirigidas este tipo de actividades?

Las vías ferratas son una actividad muy entretenida para hacer en familia o con amigos, y para empezar podemos elegir una sencilla que haya en nuestra comunidad, ir siempre con alguien que la haya hecho antes y tenga experiencia, o contratar a un guía especializado.

La sirga que siempre nos acompaña, y un tramo con una cadena a la que agarrarnos, en un entorno natural totalmente privilegiado.

Y por supuesto, llevar siempre en la mochila algo de agua, comida, teléfono móvil, crema solar, abrigo, chubasquero… y ¡¡planifica siempre la actividad!!